Señor director:
En su columna publicada el 8 de agosto, Nassir Sapag habla de la intromisión del Estado en las decisiones personales con respecto al hábito de fumar. Alude también al fracaso de las medidas de control que el Estado ha propiciado. Sus argumentos explican lo complejo de controlar su consumo. No es un chiste la situación de miles de enfermos, presos de la dependencia y consultantes obligados de establecimientos de salud pública.
Las legislaciones duras respecto del consumo de tabaco son indispensables y han demostrado ser eficaces en los países que las han tomado. Estas legislaciones no están dirigidas contra los fumadores; están orientadas a preservar el derecho a disponer de aire libre del humo de tabaco, y a reducir el riesgo de que niños y jóvenes se inicien en el consumo.
Es responsabilidad del Estado proteger la salud de la población, derecho que predomina por sobre el derecho de las libertades individuales. El conocimiento sobre esta compleja adicción permite conocer hoy, por ejemplo, que para niños y adolescentes la exposición de adultos fumando en medios de comunicación constituye un elemento que favorece la iniciación. Estas evidencias nos parecen irrelevantes y hasta ridículas. Sin embargo, el conocimiento actual apunta a darles mayor importancia y a considerarlas.
Desde el punto de vista técnico, es urgente adoptar el máximo de medidas de control, pues revertir los efectos adversos del tabaquismo en la población chilena tardará tiempo en hacerse realidad.
Dr. Gonzalo Valdivia
Sociedad Chilena de
Enfermedades Respiratorias
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