El tabaco contribuye al envejecimiento prematuro de la piel, al contener una gran cantidad de radicales libres que además de reducir hasta un 50% la capacidad antioxidante de la sangre, centran su acción nociva de modo especial sobre las células del órgano más visible que se tiene, según explica la doctora española Justa Redondo.
"Está demostrado que el tabaco reseca tanto el cabello como la piel, y que provoca arrugas prematuras, que son más evidentes en la cara porque también está expuesta a los efectos envejecedores añadidos de los rayos ultravioletas del sol", según sostiene la presidenta del VIII Congreso Nacional sobre Prevención y Tratamiento del Tabaquismo que se celebrará en Córdoba, España, entre los días 19 y 21 de febrero.
Por el contrario, abandonar este hábito produciría efectos positivos a las pocas horas, ya que la piel se vuelve más tersa e hidratada, "hasta el punto de que en muchos fumadores en fase abandono del tabaco la mejoría estética se convierte en un elemento muy motivador para avanzar en el proceso de deshabituación tabáquica", señala.
RADICALES LIBRES
El factor que explicaría ese cambio tiene que ver, según señalan diversas investigaciones, con los radicales libres. Así, se calcula que cada aspiración de humo de un cigarrillo contiene unos dos billones de estas moléculas, responsables del proceso continuo de oxidación y envejecimiento prematuro de los miles de millones de células sobre las que está construida la identidad física.
Además, el humo del tabaco afecta la correcta nutrición de la piel ya que la nicotina provoca que las arterias y venas se contraigan y reduzcan su volumen, a lo que hay que añadir que el monóxido de carbono del humo restringe la capacidad de transporte de oxígeno por la sangre.
Esta situación, según indica la especialista española, afecta tanto a hombres como mujeres, aunque es en ellas donde el deterioro tiende a ser más evidente debido a que su piel es por lo general más delicada. No obstante, a diferencia de lo que ocurre con el daño provocado por los rayos ultravioleta, la mayor parte de los efectos del tabaco en la piel son reversibles.