Con esto sí que dejará de fumarcancer
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En primer lugar, el paciente tiene que querer dejar de fumar. No es como a quien le duele un codo, que se toma un Ibuprofeno y punto. Hay fármacos que funcionan, pero siempre va a ser necesaria la fuerza de voluntad (y, a veces, el paciente quiere que le den el trabajo hecho).
En general, hay dos problemas: la dependencia física y la psicológica. La dependencia física es la adicción a la nicotina, que se puede tratar de varias formas. La dependencia psicológica significa que el paciente no solo requerirá nicotina, sino que tendrá la necesidad psicológica del acto de fumar. Por ejemplo, si uno fuma al tomarse un café, el fumador asociará el café con un cigarro y pensará en fumar cada vez que se beba una taza. Eso es la dependencia psicológica, y ahí es donde entra en juego la fuerza de voluntad. La ventaja es que cuando el paciente piense en otra cosa, ese apetito desaparecerá. Lo malo es que aquí es donde el especialista pierde el control, ya que, al margen de que el tratamiento funcione, el paciente puede seguir fumando.
El primer paso es reducir la dependencia física y para esto existen tres métodos que han demostrado ser científicamente eficaces. El primero son los sustitutos de nicotina (parches, chicles, caramelos y el esprayoral), que funcionan igual: si yo soy adicto a la nicotina, esto me proporciona la dosis que necesito sin aditivos (no tiene los demás componentes de un cigarro, y la nicotina en sí no es de los más peligrosos). Así, se le da al paciente una dosis que se va disminuyendo poco a poco. Para una persona que fume un paquete diario, este tratamiento puede durar unos dos meses.
El segundo es el Bupropion, un antidepresivo que actúa en los mismos circuitos cerebrales que la nicotina. El problema que presenta son los efectos secundarios y las interacciones que tiene cualquier antidepresivo. Su tratamiento también dura unos dos meses. Este método está cayendo en desuso, pero aún se sigue utilizando.
El tercero y más usado es la Vareniclina. Salió hace unos años y es el que ha demostrado ser más eficaz. Funciona de forma similar al Bupropion, pero es más efectivo: no solo eliminaría la adicción física, sino que bloquearía la nicotina. Es decir, si a pesar de no tener dependencia física, el paciente se fuma un cigarro por su dependencia psicológica, este fármaco evita el bienestar que siente un fumador al encender un cigarro. Dicho tratamiento duraría unos tres meses y, al igual que con el Bupropion, tiene que tomarse bajo prescripción y siempre con supervisión médica.
La fuerza de los hábitos
Para reducir la dependencia psicológica, hay varios trucos que funcionan. El primero es cambiar de hábitos (si nos fumamos un cigarro con el café, podemos sustituir el café por un té las primeras semanas para evitar esa dependencia psicológica, pero el objetivo final será retomar el mismo estilo de vida que antes, o sea, que esto debe ser algo pasajero mientras estemos con el tratamiento). También hay que tener en cuenta que si uno quiere dejar de fumar, lo tiene que dejar de golpe, no sirve ir reduciendo poco a poco el número de cigarrillos, porque es fácil caer en la tentación y volver a la dosis anterior. Por último, si durante un tratamiento con fármacos necesitamos un aporte extra de nicotina, es preferible usar un espray oral o mascar un chicle que fumar un cigarro.
En cuanto al cigarrillo electrónico, es un tema polémico. Se trata de otro sustituto de la nicotina más. De hecho, los estudios demuestran que, para combatir la dependencia física, tienen más o menos la misma eficacia que los parches, porque introducen nicotina en el organismo. La desventaja es que los hábitos psicológicos siguen siendo los mismos: uno sigue inhalando (aunque no sea humo) vapor. Además, es un producto que todavía está fuera del control sanitario y no se conocen a ciencia cierta sus efectos. En cualquier caso, aunque fuera completamente sano, yo no lo recomendaría, porque no combate la dependencia psicológica. Sin embargo, muchos otros expertos no estarán de acuerdo conmigo en esta cuestión.
*Sergio Morchón, especialista en medicina preventiva y experto en tabaquismo.
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